¿Los chicos comen lo que miran en los medios?
En el último número de la revista "Colegio y Comunidad" María Celeste Nessier (*) advierte que la polémica por el perfil nutricional de los alimentos promocionados para niños en los medios de comunicación parece aún no llegar a la agenda política argentina.
Sin embargo, mientras esto sucede en Argentina, en la región empiezan acalorados debates como en el caso de Brasil, Chile y Perú.
"La crecimiento de la prevalencia de las enfermedades crónicas no transmisibles en los países desarrollados como en aquellos en vías de desarrollo ha motivado los análisis y diseño de intervenciones vinculadas al estilo de vida, por parte de la academia y los gobiernos. La obesidad, el cáncer, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, entre otras, hoy lideran las causas de mortalidad y morbilidad en el mundo entero", sostiene Nessier.
El crecimiento de la magnitud del exceso de peso en la infancia caracteriza los perfiles nutricionales de los países y hoy es uno de los mayores desafíos de la salud pública dado los incrementos de la morbimortalidad asociados a la obesidad. Es por ello, que la prevención de esta patología se ha focalizado en estos primeros años de vida ya que es durante este período en que se construyen y consolidan los hábitos alimentarios.
Entre los factores de riesgo reconocidos por la comunidad científica se encuentran el alto consumo de grasas saturadas y grasas trans, sodio, azúcares simples junto con un bajo consumo de frutas y verduras; y los antecedentes describen la alta preferencia por parte de los niños de los alimentos ricos en estos nutrientes.
Es así como, paradójicamente, la industria elabora lo que la nutricionista restringe. Los alimentos catalogados de riesgo por su perfil de nutrientes son los mismos que la industria ofrece y estimula su consumo. Alimentos hipercalóricos, de bajo contenido nutritivo, ricos en grasa, azúcares y sal dominan la promoción destinada a la población infantil y protagonizan el marco de las medidas regulatorias que han adoptado algunos países.
Bajo este escenario, organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), Consumers International (CI) y la International Obesity Task Force (IOTF) han concluido que existe sólida evidencia que sustenta la relación existente entre la publicidad de alimentos y bebidas con un régimen alimentario infantil precario, por lo que han liderado los debates en torno al fomento de una comercialización responsable a nivel mundial y han instalado la problemática en las agendas públicas de varios países. La influencia de la publicidad de alimentos de baja densidad nutricional en las preferencias y prácticas alimentarias y el consumo de los niños ha sido demostrada por numerosas investigaciones.
La televisión como medio más estudiado
El análisis de la publicidad se viene desarrollando hace más de 40 años y son los trabajos europeos y norteamericanos los que acumulan la mayor evidencia de este tema.
Metodológicamente, la correlación entre las horas de televisión y la obesidad se ha estudiado a través del relevamiento de tres explicaciones: a) se trata de una actividad sedentaria, b) estimula el consumo de comidas de baja densidad nutricional y frecuentes refrigerios y c) expone a anuncios de productos alimenticios ricos en grasas, azúcares y sal. En Estados Unidos, en promedio, un niño mira 13 anuncios televisivos de alimentos por día. Sin embargo, las horas de televisión se han empleado como un proxy de la exposición a la publicidad que, para algunos autores, se encuentra técnicamente mal construido.
No obstante, lo que los chicos encuentran en la televisión son alimentos que distan mucho de las recomendaciones nutricionales vigentes en la actualidad. En términos de su composición nutricional, los antecedentes reportan la baja densidad nutricional de los mismos, siendo los cereales azucarados para el desayuno, los dulces, los refrigerios salados, las bebidas azucaradas y la comida rápida los tipos de alimentos que dominan los comerciales.
El viejo refrán "los niños serán los consumidores del mañana" que rezaban las abuelas ha quedado fuera de circulación. Hoy la población infantil es considerada como un "grupo objetivo lucrativo de consumidores". Los niños responden positivamente a otros niños, son ávidos coleccionistas, se sienten muy leales hacia sus personajes favoritos, tienen un papel creciente en la toma de decisiones de compra y es este perfil el que sustenta el diseño de las prácticas de comercialización de alimentos destinadas a este grupo.
Las estrategias publicitarias persuasivas han sido documentadas por diferentes reportes llevados a cabo a nivel mundial. Un trabajo realizado por CI de los productos promocionados por las 3 cadenas de comida rápida más importantes a nivel mundial en 14 países de Asia, Europa y América Latina. Entre sus estrategias de comercialización se incluyeron dibujos animados, juguetes coleccionables y juegos, todas ellas catalogadas como de alto poder de atracción para los niños, que hasta los 8 y 10 años no pueden hacer juicios críticos sobre la publicidad a la que se encuentran expuestos.
De todos modos, no son claros los efectos de dichas estrategias en todos los grupos de edad. La edad más investigada ha sido tradicionalmente entre los 6 y los 12 años. Según los antecedentes disponibles, los niños menores de 6 años serían menos vulnerables, mientras que los mayores de 12 años los más vulnerables, contradiciendo las hipótesis comúnmente reconocidas.
Posición de la Argentina en el marco del debate
Argentina, en la actualidad, no cuenta con ninguna regulación estatal en relación a la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a niños, aunque la flamante "Ley de Medios" y el Código de Ética y Autorregulación Publicitaria, también de reciente desarrollo, aportan un marco legal que si bien no son específicos, denotan la intención de protección de los niños.
A su vez, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) entre otras de sus funciones, controla y fiscaliza la calidad y seguridad de los productos comercializados en nuestro país.
Finalmente, el Código Alimentario Argentino en su Capítulo V delinea la reglamentación incumbida a la publicidad de alimentos en términos de veracidad, rigurosidad y contenido.
En el mes de diciembre de 2012 la Cámara Argentina de Anunciantes divulgó un Código de Buenas Prácticas en la Compra de Espacios Publicitarios, de carácter voluntario, orientado al ámbito privado y que responde a los cánones de la "publicidad responsable". En este código los anunciantes promueven "el acceso libre y sin restricciones a todos los medios de comunicación disponibles" y "la libertad de anunciar todo bien y servicio producido y comercializado legalmente en el país sin restricciones" habilitando manejos discrecionales de la industria en materia publicitaria.
Comentarios Finales
La obesidad es asumida como una enfermedad multicausal por lo cual, pensar ingenuamente que simples medidas como la prohibición de los anuncios, que no goza de suficiente evidencia de respaldo en términos de eficacia, pueda alcanzar impactos considerables abona concepciones reduccionistas de la salud y la enfermedad, siendo poco probable el alcance del éxito. Además, considerando el complejo proceso de comercialización de productos alimenticios que responde a determinantes del entorno social, cultural, económico y político es prácticamente imposible aislar los efectos específicos atribuidos a la publicidad incitando la necesidad de abordajes desde múltiples sectores. Más aún, el alimento es un objeto también complejo, con diversas aristas, configurándose por lo tanto un escenario controvertido y al mismo tiempo provocador, que precisa ser aprehendido desde el paradigma de la complejidad.
Podemos demandar regulaciones pero no debemos olvidar que la efectividad de las mismas descansa en la fortaleza del poder político y legislativo que velen por la salud, que como bien jurídico debe ser tutelado por el Estado, pero que terminan configurándose utópicas en el contexto de Estados poco reguladores y ante la ausencia de este tema en las agenda social y política de los países.
Además, para asegurar el éxito de este tipo de acciones es fundamental que las mismas sean producto del consenso con los propios actores involucrados (la industria), como construcciones colectivas respetadas y asumidas por ser propias. La injerencia del Estado en materia de regulación es impostergable y esencial para la corrección de las fallas del mercado que repercuten negativamente en la salud de los ciudadanos. De lo contrario, la promoción de la salud continuará enmarcada dentro de luchas napoleónicas, ya que se ha calculado que por cada dólar que invierte la OMS para la promoción de una alimentación saludable, la industria de alimentos invierte 500 dólares.
Hasta aquí, se han tratado de recuperar y presentar, las diferentes voces de un debate que por su naturaleza y alcance, se caracteriza por ser altamente controvertido y donde las investigaciones están aportando evidencia que si bien es valiosa, ha dado respuestas parciales a problemas tan complejos. Indistintamente de las posturas que se puedan asumir, no caben dudas de que es necesario instalar el tema en la agenda pública de algunos países, como es el caso de Argentina, con incipiente y tímido desarrollo en la temática, en consonancia con las iniciativas de países de nuestra región.
(*) María Celeste Nessier, Licenciada en Nutrición (UNC - Argentina), y Magister en Ciencias de la Nutrición (INTA - Chile).
El artículo completo se puede leer en la revista "Colegio y Comunidad2 N° 4.